miércoles, 18 de julio de 2012

HAY QUE IR SIEMPRE TAN DE PRISA????

¿Hay que ir siempre tan deprisa? Ser los primeros, ir más rápido, Just in time... la cultura de la urgencia lo impregna todo. CNN y Fox News se equivocan en directo. -------------------------------------------------------------------------------- Por: Milagros Pérez Oliva| 16 de julio de 2012 La rapidez se ha incrustado en nuestra cultura y cada vez nos tiene más acelerados. ¿Es necesario ir siempre tan rápido? En absoluto, pero lo hacemos, incluso cuando no es necesario. La velocidad no solo se ha convertido en el principal elemento de competencia en gran parte de la organización productiva, sino que está colonizando también las relaciones personales. El Just in time se ha impuesto como un modo de organizar la producción más eficiente. Significa trabajar sobre pedido, es decir, producir únicamente aquello que se necesita, en la cantidad justa y el momento preciso. Este sistema, conocido también como método Toyota, procede de Japón y evita gastar recursos en almacenamiento y distribución, además de posibles pérdidas por obsolescencia. Pero requiere tener una organización muy ágil, muy rápida, capaz de responder con celeridad a las demandas de los clientes. Y muy flexible, lo cual exige poder tomar mano de obra o prescindir de ella en función de la demanda. Este método se vendió en las escuelas de negocios como una fórmula para aumentar la satisfacción del cliente y mejorar la competitividad, pero en la práctica lo que consigue es aumentar la cuenta del resultado a costa de la seguridad y el confort de quienes trabajan en esa organización. Una organización acelerada, volcada en el instante, ¿no es también una organización más estresada? Seguro que sí. El sociólogo francés Daniel Cohen ya explicó en su libro “Nuestros tiempos modernos” (Tusquets, 2001) cómo el estrés se ha convertido en la enfermedad laboral de nuestro tiempo, como la silicosis, causada por la entrada de polvo en los pulmones, lo fue de la industrialización. Y además de patológica, ¿no puede resulta a la larga también menos creativa y por lo tanto menos competitiva? Algunos especialistas así lo creen. “Trabajar lento nos hace más productivos”, era el título de un artículo publicado hace unos días por la revista Time. Estar permanentemente volcados en el instante, sin tiempo para respirar, impide pensar en el largo plazo. Nos convierte en piezas de un mecano articulado que funciona muy bien, pero sin capacidad para crear, para innovar. Hay que tener una cierta calma para poder trabajar con cierta perspectiva. Como todo, la cuestión está en la dosis de cada elemento. Una de las organizaciones que más sufre la tiranía de urgencia es precisamente la periodística. La rapidez ha sido siempre un elemento central de la competencia entre medios. Ser el primero en dar una noticia ha sido y sigue siendo la principal ambición de un buen periódico. Cuando Paul Reuter fundó la agencia Reuters, no dudó en recurrir a las palomas mensajeras para llevar información de Aquisgrán a Bruselas, porque iban más rápidas que el tren, y solo prescindió de ellas en 1851 cuando pudo sustituirlas por una línea de telégrafo. Ahora, las tecnologías de la comunicación permiten transmitir cualquier acontecimiento en director y han exacerbado la importancia de la velocidad en la competencia entre los medios.¿Tan importante es ser los primeros en dar una noticia que de todos modos todo el mundo conocerá en unos minutos?, se pregunta Anne Sullivan a propósito del fiasco en el que cayeron la cadena de televisión CNN y Fox News el pasado 28 de junio al informar sobre la sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos sobre la reforma sanitaria de Obama. Los editores creen que sí, pero algunos analistas de la comunicación se atreven a cuestionarlo. ¿Quién le obligaba a la CNN a transmitir en directo el cotenido de la sentencia…sin haberla leído antes detenidamente? Nadie. Y sin embargo lo hizo y eso dio lugar a uno de los errores más sonados de la historia de esta cadena, pues durante unos largos minutos estuvo transmitiendo que el alto tribunal había anulado la ley, cuando era lo contrario, la había ratificado. El contagio de la CNN y el propio deseo indujeron en mismo error en Fox News, que incluso llegó a decir en directo que la sentencia era un golpe mortal para Obama. A la ansiedad de ser los primeros se unió en este caso el efecto potenciador de ese motor de aceleración que se llama Twitter. La propia cadena tuiteó el error. Solo fueron unos minutos, pero la falsa noticia tuvo tiempo de recorrer un largo trecho y contaminar además a otros medios antes de ser corregida. Esta red social se ha convertido en el símbolo de la aceleración de los tiempos que vivimos. A la capacidad de transmitir de forma rápida y progresión exponencial una especie de concentrado de actualidad versátil y siempre cambiante, se une la simplificación de los mensajes. Twitter consagra la cultura de la compresión máxima: todo en 140 caracteres, es decir, un titular y a lo sumo, un enlace. Y se está convirtiendo en un gran potenciador de la ansiedad. A diferencia de quienes cultivan el más reposado Facebook, los adictos a Twitter, que los hay, sufren mucho: ¿Me habré perdido algo en estas dos horas que no he estado conectado? La cultura de la rapidez tiende a impregnarlo todo. Y puede convertirse en una tiranía. Por ejemplo, nadie esperaba antes de Internet que se le contestara una carta en menos de dos días. A vuelta de correo, era ya una respuesta inmediata, pero el correo tardaba su tiempo. Ahora, muchos consideran una descortesía que no se responda a su correo inmediatamente. Y no digamos ya si el mensaje llega por WhatsApp. Pero eso no siempre es posible. Precisamente por la facilidad que hoy tenemos para enviar y recibir mensajes, el volumen que adquiere la correspondencia puede llegar a ser en algunos casos inmanejable. Es muy frecuente que alguien se sorprenda, o incluso se moleste, si no recibe una respuesta inmediata. Pero esperar una respuesta inmediata independientemente de la urgencia del asunto implica creer que uno es tan importante que el otro ha de dejar cualquier cosa que esté haciendo para atenderle. O que cualquier asunto propio ha de pasar por delante del de los demás. Y tampoco es eso. Como siempre, habrá que encontrar un punto de equilibrio. Sobre el autor Milagros Perez Oliva. Me incorporé a la redacción de EL PAÍS en 1982 y como ya hace bastante tiempo de eso, he tenido la oportunidad de hacer de todo: redactora de guardia, reportera todoterreno, periodista especializada en salud y biomedicina, jefe de sección, redactora jefe, editorialista. Durante tres años he sido también Defensora del Lector y desde esa responsabilidad he podido reflexionar sobre la ética y la práctica del oficio. Me encanta escribir entrevistas, reportajes, columnas, informes y ahora también este blog. Gracias por leerme. Compartido por ESKUP Fuente: http://blogs.elpais.com

HAY QUE IR SIEMPRE TAN DE PRISA????

¿Hay que ir siempre tan deprisa? Ser los primeros, ir más rápido, Just in time... la cultura de la urgencia lo impregna todo. CNN y Fox News se equivocan en directo. -------------------------------------------------------------------------------- Por: Milagros Pérez Oliva| 16 de julio de 2012 La rapidez se ha incrustado en nuestra cultura y cada vez nos tiene más acelerados. ¿Es necesario ir siempre tan rápido? En absoluto, pero lo hacemos, incluso cuando no es necesario. La velocidad no solo se ha convertido en el principal elemento de competencia en gran parte de la organización productiva, sino que está colonizando también las relaciones personales. El Just in time se ha impuesto como un modo de organizar la producción más eficiente. Significa trabajar sobre pedido, es decir, producir únicamente aquello que se necesita, en la cantidad justa y el momento preciso. Este sistema, conocido también como método Toyota, procede de Japón y evita gastar recursos en almacenamiento y distribución, además de posibles pérdidas por obsolescencia. Pero requiere tener una organización muy ágil, muy rápida, capaz de responder con celeridad a las demandas de los clientes. Y muy flexible, lo cual exige poder tomar mano de obra o prescindir de ella en función de la demanda. Este método se vendió en las escuelas de negocios como una fórmula para aumentar la satisfacción del cliente y mejorar la competitividad, pero en la práctica lo que consigue es aumentar la cuenta del resultado a costa de la seguridad y el confort de quienes trabajan en esa organización. Una organización acelerada, volcada en el instante, ¿no es también una organización más estresada? Seguro que sí. El sociólogo francés Daniel Cohen ya explicó en su libro “Nuestros tiempos modernos” (Tusquets, 2001) cómo el estrés se ha convertido en la enfermedad laboral de nuestro tiempo, como la silicosis, causada por la entrada de polvo en los pulmones, lo fue de la industrialización. Y además de patológica, ¿no puede resulta a la larga también menos creativa y por lo tanto menos competitiva? Algunos especialistas así lo creen. “Trabajar lento nos hace más productivos”, era el título de un artículo publicado hace unos días por la revista Time. Estar permanentemente volcados en el instante, sin tiempo para respirar, impide pensar en el largo plazo. Nos convierte en piezas de un mecano articulado que funciona muy bien, pero sin capacidad para crear, para innovar. Hay que tener una cierta calma para poder trabajar con cierta perspectiva. Como todo, la cuestión está en la dosis de cada elemento. Una de las organizaciones que más sufre la tiranía de urgencia es precisamente la periodística. La rapidez ha sido siempre un elemento central de la competencia entre medios. Ser el primero en dar una noticia ha sido y sigue siendo la principal ambición de un buen periódico. Cuando Paul Reuter fundó la agencia Reuters, no dudó en recurrir a las palomas mensajeras para llevar información de Aquisgrán a Bruselas, porque iban más rápidas que el tren, y solo prescindió de ellas en 1851 cuando pudo sustituirlas por una línea de telégrafo. Ahora, las tecnologías de la comunicación permiten transmitir cualquier acontecimiento en director y han exacerbado la importancia de la velocidad en la competencia entre los medios.¿Tan importante es ser los primeros en dar una noticia que de todos modos todo el mundo conocerá en unos minutos?, se pregunta Anne Sullivan a propósito del fiasco en el que cayeron la cadena de televisión CNN y Fox News el pasado 28 de junio al informar sobre la sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos sobre la reforma sanitaria de Obama. Los editores creen que sí, pero algunos analistas de la comunicación se atreven a cuestionarlo. ¿Quién le obligaba a la CNN a transmitir en directo el cotenido de la sentencia…sin haberla leído antes detenidamente? Nadie. Y sin embargo lo hizo y eso dio lugar a uno de los errores más sonados de la historia de esta cadena, pues durante unos largos minutos estuvo transmitiendo que el alto tribunal había anulado la ley, cuando era lo contrario, la había ratificado. El contagio de la CNN y el propio deseo indujeron en mismo error en Fox News, que incluso llegó a decir en directo que la sentencia era un golpe mortal para Obama. A la ansiedad de ser los primeros se unió en este caso el efecto potenciador de ese motor de aceleración que se llama Twitter. La propia cadena tuiteó el error. Solo fueron unos minutos, pero la falsa noticia tuvo tiempo de recorrer un largo trecho y contaminar además a otros medios antes de ser corregida. Esta red social se ha convertido en el símbolo de la aceleración de los tiempos que vivimos. A la capacidad de transmitir de forma rápida y progresión exponencial una especie de concentrado de actualidad versátil y siempre cambiante, se une la simplificación de los mensajes. Twitter consagra la cultura de la compresión máxima: todo en 140 caracteres, es decir, un titular y a lo sumo, un enlace. Y se está convirtiendo en un gran potenciador de la ansiedad. A diferencia de quienes cultivan el más reposado Facebook, los adictos a Twitter, que los hay, sufren mucho: ¿Me habré perdido algo en estas dos horas que no he estado conectado? La cultura de la rapidez tiende a impregnarlo todo. Y puede convertirse en una tiranía. Por ejemplo, nadie esperaba antes de Internet que se le contestara una carta en menos de dos días. A vuelta de correo, era ya una respuesta inmediata, pero el correo tardaba su tiempo. Ahora, muchos consideran una descortesía que no se responda a su correo inmediatamente. Y no digamos ya si el mensaje llega por WhatsApp. Pero eso no siempre es posible. Precisamente por la facilidad que hoy tenemos para enviar y recibir mensajes, el volumen que adquiere la correspondencia puede llegar a ser en algunos casos inmanejable. Es muy frecuente que alguien se sorprenda, o incluso se moleste, si no recibe una respuesta inmediata. Pero esperar una respuesta inmediata independientemente de la urgencia del asunto implica creer que uno es tan importante que el otro ha de dejar cualquier cosa que esté haciendo para atenderle. O que cualquier asunto propio ha de pasar por delante del de los demás. Y tampoco es eso. Como siempre, habrá que encontrar un punto de equilibrio. Sobre el autor Milagros Perez Oliva. Me incorporé a la redacción de EL PAÍS en 1982 y como ya hace bastante tiempo de eso, he tenido la oportunidad de hacer de todo: redactora de guardia, reportera todoterreno, periodista especializada en salud y biomedicina, jefe de sección, redactora jefe, editorialista. Durante tres años he sido también Defensora del Lector y desde esa responsabilidad he podido reflexionar sobre la ética y la práctica del oficio. Me encanta escribir entrevistas, reportajes, columnas, informes y ahora también este blog. Gracias por leerme. Compartido por ESKUP Fuente: http://blogs.elpais.com

TODO EL MUNDO ESTA CONECTADO CON LO DEMAS,,greg bradden

Todo en nuestro mundo está conectado con todo lo demás. ¡Así es en realidad! Estas son las noticias que cambian todo y que estremecen por completo las bases de la ciencia tal como la conocemos hoy en día. "Bueno, está bien" dice usted, "esto ya lo hemos escuchado antes. ¿Qué hace que esta conclusión sea distinta? ¿Qué significa en verdad que estemos tan conectados?" Estas son muy buenas preguntas y las respuestas podrían sorprenderlo. La diferencia entre los nuevos descubrimientos y lo que hemos creído previamente es que en el pasado, sencillamente, nos habían dicho que esta conexión existe. Por medio de frases técnicas como "dependencia sensible de las condiciones iniciales" (o el "efecto mariposa"), y de teorías que sugieren que lo que hacemos "aquí" tiene un efecto "allá," podíamos observar vagamente el papel de la conexión en nuestras vidas. Los nuevos experimentos, sin embargo, nos llevan un paso más adelante. Además de decirnos que estamos conectados con todo, las investigaciones ahora demuestran que esta conexión existe debido a nosotros. Nuestra conexión nos brinda el poder de barajar las cartas a nuestro favor cuando se trata de los resultados de nuestras vidas. En todos los aspectos, desde encontrar el romance y sanar a nuestros seres queridos, hasta el logro de nuestras aspiraciones más profundas, somos una parte integral de todo lo que experimentamos cada día. El hecho de que los descubrimientos demuestran que podemos usar nuestra conexión de forma consciente, abre las puertas a nada menos que nuestra oportunidad de tener acceso al mismo poder que dirige todo el universo. Por medio de la unicidad que reside en su interior, en el mío y en el de todos los seres humanos del planeta, tenemos una línea directa con la misma fuerza que crea todas las cosas, ¡desde los átomos y las estrellas, hasta el ADN de la vida! Sin embargo, hay un pequeño truco. Nuestro poder para hacer esto está dormido hasta que lo despertemos. La clave para despertar tan fascinante poder, es realizar un pequeño giro en la forma como nos vemos en el mundo. Así como los iniciados del poeta Logue descubrieron que podían volar después de recibir un pequeño empujón en el acantilado (como nos dice el poema en la página 5), con un pequeño giro en la percepción, podemos tener acceso a la fuerza más poderosa del universo con el fin de enfrentar las situaciones en apariencia más imposibles. Esto ocurre cuando nos permitimos ver nuestro papel en el mundo de una manera nueva. En razón de que el universo parece como un lugar muy grande, casi demasiado vasto como para siquiera pensar en él, podemos comenzar a vernos de forma distinta en nuestras vidas diarias. El "pequeño giro" que necesitamos es vernos como parte del mundo en vez de separados de él. La forma de convencernos de que en verdad somos uno con todo lo que vemos y experimentamos es comprender cómo estamos unidos y qué significa esa conexión. Extracto de La Matriz Divina. Gregg Braden.

QUE ES LA OPTOGENETICA-bbc

La optogenética es una técnica que se usa para `encender´ y `apagar´ grupos de células del cerebro y que está causando furor en el mundo de la neurociencia. El método combina la genética, la óptica y la virología y permitirá estudiar el papel de las neuronas en la depresión, la ansiedad, la memoria y la conducta social. ¿Cuál es la ventaja de `iluminar´ un grupo de neuronas? Cuando una neurona o grupo de neuronas se activan producen un efecto: un movimiento, un proceso fisiológico como puede ser respirar, etc. Con esta técnica se pueden activar grupos de células cerebrales sensibles a la luz y estudiar las acciones que se desencadenan. "Antes no disponíamos de métodos para ver como trabaja cada tipo de célula de forma individual, o cómo se coordinan. Ahora podemos medir directamente la actividad eléctrica en zonas diana mientras controlamos ópticamente los subtipos de células", ha explicado Karl Deisseroth, de la Universidad de Stanford, en el congreso de la Federación Europea de Sociedades Neurocientíficas (FENS), celebrado en Barcelona. El primer paso para `encender´ un grupo de neuronas consiste en seleccionar una proteína que sea sensible a la luz de un alga u otro organismo. Los científicos extraen el gen que sintetiza dicha proteína y lo insertan, mediante un virus inerte, en la zona del cerebro del mamífero que se pretenda activar. "Mediante técnicas ópticas y genéticas nos aseguramos de que únicamente los subtipos de células de la zona diana respondan al ser iluminadas", ha explicado Deisseroth. Cuando los científicos emiten rayos de luz láser, consiguen controlar estas células. La optogenética fue elegida por la revista científica Nature Methods como `el método del año´ en 2010 y cada vez son más los investigadores que la están empleando. Gracias a ella se espera llegar a comprender en profundidad las funciones del cerebro y desarrollar futuros tratamientos para enfermedades mentales y neurodegenerativas, como el Parkinson y el Alzheimer. "Si podemos pedir al cerebro que nos muestre como trabaja cuando está sano, y qué es lo que no funciona cuando no lo está, podemos identificar mejor qué es lo que habría que cambiar para que funcione mejor con el uso de las formas actuales de tratamiento", ha afirmado Deisseroth.