domingo, 26 de agosto de 2012

RELAJAR EL PSOAS,,saber vivir

Relaje su psoas y evite dolores en la
ImageEn lo más profundo de nuestro cuerpo se encuentra el psoas, un pequeño músculo que conecta la parte superior e inferior del cuerpo. Aprender a relajarlo, por lo tanto, ayuda a ganar una mayor estabilidad.



El cuerpo presenta una serie de capas o niveles: primero la piel, luego los músculos, después los y, finalmente, el esqueleto. Sin embargo, hay algunas excepciones. Por ejemplo, las costillas y el cráneo: unos huesos que cubren y protegen órganos, en vez de ser su soporte central. El psoas es una excepción similar: es un músculo que se encuentra en lo más profundo del centro mismo del cuerpo humano, entre los intestinos y la columna vertebral. Este músculo actúa como una especie de puente colgante entre el tronco y las , transfiriendo el peso de arriba abajo y transmitiendo flujos energéticos en ambas direcciones. Al mismo tiempo, un psoas sano realiza una función de estabilización de la columna vertebral.

Por otro lado, el psoas también actúa como soporte interno del , una especie de “repisa” en diagonal sobre la que se asientan los órganos vitales de esta zona. Este músculo interno, además, actúa en armonía con el diafragma, vinculando los ritmos del movimiento del cuerpo con los ritmos respiratorios, y entre ambos realizan un continuo masaje sobre la columna vertebral, los órganos, los vasos sanguíneos y los nervios del tronco, estimulando el movimiento de los fluidos por todo el cuerpo, a modo de bomba hidráulica.

Sentirse centrado
El psoas es, pues, el eje físico de un cuerpo equilibrado y estable. Es un músculo vital en todo movimiento que implique , rotación del tronco y de las piernas y, en definitiva, cualquier movimiento general del cuerpo. Por eso, los movimientos inadecuados y las malas posturas tienden a forzar el funcionamiento del psoas, por ejemplo en una motora aparentemente tan sencilla como . Muchos de nosotros pensamos erróneamente que el movimiento de las piernas empiezan en la , es decir, que el tronco acaba donde empieza la cadera. Sin embargo, estructuralmente las piernas empiezan en las articulaciones del fémur con la cadera, y para que el cuerpo mantenga un equilibrio armónico es necesario que la pelvis funcione como parte del tronco y no como parte de las piernas. Si al caminar movemos la pelvis como si fuera parte de las piernas, en un contoneo excesivo o empujándola hacia delante o hacia atrás, el psoas se verá obligado a realizar una tensión antinatural para proteger y estabilizar la columna vertebral.

El psoas puede tensarse en muchas situaciones diferentes, ya que es capaz de contraerse o relajarse de forma independiente, en cada unión vertebral.

Pero si este músculo se usa constantemente para corregir la estabilidad interna, al cabo del tiempo puede empezar a perder flexibilidad y a acortarse de forma crónica. Y una contracción o endurecimiento crónico del psoas conlleva una serie de problemas, porque hace que otros músculos del abdomen y de la espalda se vean obligados a compensar el equilibrio y empiecen a endurecerse también. Por ejemplo: los huesos pélvicos tienden a adelantarse, disminuyendo la distancia entre las crestas ilíacas y las piernas, comprimiendo la cabeza del fémur en su articulación.
Esta compresión hace que los muslos se desarrollen excesivamente y el fémur pierde capacidad de rotación, un movimiento que es asumido por las rodillas y la espina lumbar.

Estos trastornos pueden provocar, a la larga, crónicas en la espalda, la cabeza del fémur o las rodillas.

El corazón de las emociones
Con un abdomen habitualmente en tensión y comprimido, una vitalidad disminuida y una respiración alterada, es comprensible que la atrofia del psoas conlleve alteraciones emocionales.

Puede que mucha de esa ansiedad que nos atenaza, o parte de esa apatía crónica que nos oprime esté relacionada con un psoas inhibido. Igualmente, la sensación permanente de inseguridad que algunas personas experimentan puede estar directamente conectada con el sobreesfuerzo continuo por mantener el equilibrio del esqueleto.

Además, el complejo de músculos iliopsoas está íntimamente conectado con la atávica reacción de “lucha-huida” que permite a los animales defenderse en una situación de peligro, cuando deben enfrentarse a un agente externo. Tanto si nos encogemos en una posición fetal protectora, como si saltamos desde el suelo para correr, el psoas es el corazón de los músculos implicados, el primero en reaccionar. Por ello, un psoas crónicamente contraído está enviando al resto del cuerpo, lo que afecta al sistema nervioso, agota a las glándulas suprarrenales y debilita el sistema inmunitario. Si nos sentimos agresivos a menudo, y sin razón aparente, es posible que una atrofia del psoas tenga mucho que ver.

Reconectar con el interior
Por este motivo, un trauma emocional, la sensación de abandono o la falta de apoyo en la niñez, pueden llevar a un psoas atrofiado con los años. Por ejemplo, un chico que haya sido ridiculizado por sus amiguitos tendrá el estímulo de lucha-huida en estado constante de alerta, por lo que sus iliopsoas estarán tensos, dispuestos a reaccionar. Otras influencias, aparentemente sin importancia, también pueden afectarnos, como andar deformando nuestra columna bajo el peso de una cabeza demasiado adelantada, una postura que obligará a tensar el psoas para mantener un precario equilibrio.

En la edad adulta, reaprender a relajar el psoas nos puede llevar a recorrer el camino inverso, estimulando la energía vital propia y restableciendo la conexión con las señales de nuestro cuerpo, con nuestra sabiduría somática instintiva. Al relajar el psoas, debemos desarrollar la confianza en el equilibrio de nuestro esqueleto, en vez de buscar el equilibrio mediante tensiones musculares. Un cuerpo relajado sostiene su peso de manera natural sobre su propia estructura ósea: los músculos están para mover los huesos, no para apuntalar el peso del cuerpo. Cuando aprendemos a repartir el peso sobre el esqueleto y a sostenerlo sin esfuerzo, la sensación se traduce en una actitud emocional de seguridad y equilibrio. Las articulaciones devienen sutiles nodos de fluir energético, dando a todo movimiento una sensación de continuidad y armonía.

Inestabilidad pasajera
Sin embargo, liberar el psoas, al principio puede ser problemático. Al intentar “dejar ir” los huesos y relajar la musculatura, puede invadirnos una sensación de vértigo. Acostumbrados a sostenernos mediante contrafuerzas musculares, hemos perdido la confianza en nuestra estructura ósea, y podemos creer que nos vamos a desmoronar. Los primeros ejercicios de relajación pueden dar una primera impresión de inestabilidad, que es pasajera. Asimismo, una vez que hayamos aprendido a sentir nuestros músculos iliopsoas, y empecemos a relajarlos, podremos atravesar una etapa de emociones confusas. Es normal, ya que la atrofia del psoas suele estar relacionada con problemas emocionales, y para liberar este músculo, como en cualquier tratamiento o , primero hay que abandonar los viejos esquemas y depurar los elementos dañinos, permitiendo que afloren. Con el tiempo, la consciencia y el cuidado de los iliopsoas nos conducirá a mejorar tanto la salud física, como la emocional.

DIETA EQUILIBRADA

DIETA EQUILIBRADA


Una dieta equilibrada es aquella formada por los alimentos que aportan una cantidad adecuada de todos y cada uno de los nutrientes que necesitamos para tener una salud óptima. La dieta ha de ser variada consumiendo sobre todo productos frescos y de temporada. Sin darnos cuenta hemos ido abandonando los buenos hábitos alimentarios con el consiguiente detrimento hacia nuestra salud.
La dieta equilibrada depende de una serie de factores personales tales como el sexo, la talla, el peso, la edad, la actividad que realizamos, el clima y el entorno en el que vivimos.
Debido a los múltiples factores personales de los que depende, la dieta equilibrada varía mucho de unos individuos a otros y por ello se habla de cantidades o ingestas diarias recomendadas (CDR o IDR).
La alimentación ha de cubrir los siguientes objetivos:
Aportar una cantidad de nutrientes energéticos (calorías) que sea suficiente para llevar a cabo los procesos metabólicos y de trabajo físico necesarios. Ni más ni menos. Suministrar suficientes nutrientes con funciones plásticas y reguladoras (proteínas, minerales y vitaminas). Que no falten, pero tampoco sobren. Que las cantidades de cada uno de los nutrientes estén equilibradas entre sí. Esto es:     Las proteínas deben suponer un 15 % del aporte calórico total.

    Los glúcidos nos aportarán al menos un 55-60 % del aporte calórico total.


Los lípidos no sobrepasarán el 30 % de las calorías totales ingeridas.




La pirámide de los alimentos
Recientemente el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) introdujo "La Pirámide de Los Alimentos" al publico. Esta pirámide es una estrategia educativa adoptada para promover un modelo, o guía, para seleccionar una variedad de alimentos. La pirámide ha ido substituyendo como elemento didáctico a la tradicional 'rueda de los alimentos'. En ella pueden verse representados los diferentes grupos de alimentos y la importancia cuantitativa que deben de tener en nuestra alimentación según el tamaño que ocupan en la pirámide. Así, vemos que la base de nuestra dieta deberían ser los alimentos vegetales de todo tipo complementados con cantidades adecuadas de lácteos, cárnicos y aceites y grasas.
En la base de La Pirámide se incluyen los panes, el arroz, los cereales, y las pastas .En el segundo nivel (desde la base, hacia arriba) se encuentra el grupo de las hortalizas y el grupo de las frutas. En el tercer nivel esta el grupo de leche y sus derivados. En el pico de La Pirámide se incluyen las grasas y los dulces y bollería.
Conceptualmente, La Pirámide enfatiza una dieta alta en los panes, cereales, arroz, pastas, vegetales , hortalizas, y frutas. Estos alimentos contienen carbohidratos complejos como los almidones y las fibras. Además, algunas hortalizas y frutas proveen las vitaminas A y C. Estas comidas también son bajas en grasas.
Los productos lácteos, como la leche, el yogur, y los quesos proveen calcio y proteína. Por lo general estas comidas contienen lo que se refiere como "las grasas invisibles. " Por lo tanto, es importante leer la etiqueta cuando se compran estas comidas para seleccionar los productos bajos en grasa.

Es fácil aprender a aplicar los conceptos de La Pirámide. Recuerda que tu dieta debe enfatizar las comidas en la base de La Pirámide.
SEIS consejos básicos que yo daría en base a lo dicho son:
Consejos para una dieta equilibrada:
   No comer carne roja más de una vez al día, alternar con pollo o pavo. Es preferible comer más pescado. Evitar en lo posible embutidos y carnes preparadas. De huevos lo más aconsejable son de 2 a 3 semanales
    Disminuir el consumo de productos lácteos, sobre todo los grasos como la nata, mantequillas, cremas, helados . El yogurt, el requesón y la leche descremada son los mejores.
Las legumbres también han de formar parte de nuestra dieta. Dos raciones a la semana y a ser posible de variedades distintas como garbanzos, judías o lentejas
( 1 ración 150 gr. aprox.).

Las frutas y verduras han de ser abundantes en nuestra dieta, tanto crudas como ligeramente cocidas, porque la cocción prolongada destruye las esenciales vitaminas. Su aportación de vitamina C, carotenos, hidratos de carbono, fibra ,ácido fólico y sales minerales son imprescindibles para nuestro organismo.
Reducir el consumo de productos de bollería- sobre todo la industrial- y pastelería.
Como postre o entre horas es mejor la fruta fresca a los dulces.

La cocción de los alimentos debe ser preferiblemente a la brasa, hervidos o al horno.
Tendencias de la población
Para llegar al equilibrio entre el gasto y la ingestión de calorías, hay que alimentarse adecuadamente, combinando todo tipo de productos en la dieta, productos lácteos, carnes, leche, cereales, aceite, etc.. Sin embargo, se observa que la tendencia a nivel general es ingerir más kilocalorías de la cuenta, llevando una dieta desequilibrada, basada en:

Demasiados dulces y bebidas refrescantes.
Muchas proteínas de origen animal, como carnes o embutidos.
Un aumento del consumo de grasa, de alimentos fritos y comida rápida.
El consumo de poca fruta y verduras frescas.
Practicar poco ejercicio, lo que es necesario para todo el mundo, pero más para aquellas personas con trabajos sedentarios.
En los estudios llevados a cabo en España sobre la calidad de nuestra dieta se ha llegado a la conclusión de que, la dieta de los españoles deja todavía mucho que desear.
Comparando nuestros hábitos alimentarios con las recomendaciones RDA (recomendaciones dietéticas generales publicadas por la Comisión de Nutrición del Senado de los EE.UU. aplicables a prácticamente todas las personas sanas) se llega a las siguientes conclusiones: Las calorías ingeridas por los españoles sobrepasan en un17 % las recomendadas. Ingerimos una cantidad excesiva de alimentos de origen animal. El exceso de proteínas de nuestra dieta sobrepasa en un ¡¡ 71 % !! las RDA, consumiéndose unos 90 gr. al día de media. El aporte de carbohidratos es insuficiente: un 12 % por debajo. El aporte de fibra también es insuficiente: un 14 % por debajo.
El exceso de grasas consumidas es del ¡¡ 82 % !! del recomendado.
En nuestro país lo mejor que podemos hacer es seguir nuestra tradicional dieta mediterránea rica y saludable, la cual mejora la esperanza de vida y disminuye el riesgo de problemas cardiovasculares, gracias a su variedad y no dejarnos llevar por las modas anglosajonas.