miércoles, 25 de julio de 2012

NOS MERECEMOS LA FELICIDAD,,vida positiva

25/7/2012
Nos merecemos la felicidad
Aun los momentos difíciles tienen que servirnos para alimentar el alma, estar en comunión con los demás y vivir todo lo que nos toca sin delegar nada. Así se experimenta el amor
Por Claudio María Dominguez A lo largo de nuestra vida seguramente todos tendremos que afrontar provocaciones. Lo fundamental para atravesarlas es nuestra actitud frente a esos momentos. Les voy a contar lo que a mí me da fuerza para afrontarlas.
¿Alguna vez te preguntaste para qué viniste a este mundo? ¿Quién sos realmente? ¿Alguna vez te interrogaste sobre estas cuestiones tan centrales para nuestra existencia humana? ¿Cuál es el sentido de nuestra existencia? A estas preguntas algunos las llaman 'búsqueda de Dios'; otros, voluntad por develar el núcleo último de la vida; o la persecusión de la felicidad.
Yo me cuestioné hace años todos estos interrogantes y, según mi parecer, la clave de todo radica en la sensación de experimentar amor y felicidad interior. Todas estas búsquedas de las que hablábamos más arriba no son sino una forma de reclamar la felicidad que nos merecemos. No tenemos que ganar la felicidad. La felicidad nos viene dada por nuestra naturaleza. Se trata de aceptar eso y de que la recuperemos incluso en los momentos más difíciles de nuestras vidas. Esa es mi práctica cuando la vida me pone de cara a momentos turbulentos. Son sólo nuestros sentidos humanos y mundanos, nuestra personalidad, los que nos hacen creer que en el universo hay divisiones. No es así, es todo energía, y nosotros no somos más que una manifestación corpórea de esa energía trascendente, total y eterna.
Sin embargo, muchas veces los seres humanos somos ciegos. Es decir, nuestros ojos biológicos funcionan, pero los del alma no. Y por eso no podemos ver esa unión, esa ausencia de límites. Nuestra misión en esta vida es despertar al amor sin barreras con todo lo que nos rodea. Siempre es un buen momento para dejar atrás una vida epidérmica y volcarse de lleno a una vida profunda, de unidad con todos.Tu corazón es una fuente vital de información. Nunca permitas que te den todo masticado y predigerido. Intervení activamente en el camino de tu vida. Tomá todo con pinzas, incluso lo que te estoy diciendo ahora. Evualuá todo a la luz de tu ser, de lo que te dicta tu conciencia. Nunca dejes que te impidan ser libre. El juego de la vida es tuyo, experimentalo sin delegar nada.
Ampliar nuestra conciencia, buscar la felicidad, debería ser un proceso humilde, jamás una jactancia grandilocuente, y mucho menos algo que debamos imponer a los demás con rigor y altivez. No hay religión, secta, grupo, partido, piedra mágica, chamán ni altar que pueda reemplazar la libertad personal que tenés por el sólo hecho de estar encarnado acá, en este cuerpo, en este planeta, en este momento. Aprovechá este cuerpo para potenciar tu alma, pero no lo hagas por mandatos externos. No uses el manual que escribieron otros. La energía divina está en vos. ¿Te hace falta más?Se necesita tener mucha confianza en uno mismo para abandonar lo conocido y aventurarse en los océanos de las posibilidades y en todos los caminos que nos ofrece el universo.
La confianza en uno mismo comienza cuando actuamos, no sólo cuando lo pensamos. Es la acción lo que nos pone en carrera. Tenemos que trabajar en la autoconfianza, y para eso debemos romper con la barrera de los miedos. De esa manera nos daremos cuenta de que tenemos la habilidad de superar los retos más grandes de la vida. Para lograrlo, tenemos que liberarnos de viejas estructuras porque, si no cambiamos internamente, nada cambiará. Tu confianza aumenta cuando afrontás los retos que se presentan. Debemos amanecer con una sonrisa y una actitud amorosamente ganadora, aun cuando miremos a nuestro alrededor y veamos ruinas, porque de las ruinas más terribles se levantaron presentes gloriosos. Por otra parte, caernos es lo mejor que nos puede suceder porque es el único modo de saber quién sos y lo que podés hacer. Cuando ya no tenés nada, te das cuenta de tu verdadera escencia; recordás que naciste para las alturas y comenzás a volar. Si no lo intentás, ¡nunca sabrás lo que sos capaz de hacer!.

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